CARTA DE LAVALLEJA A RIVERA

1828-07-27-T-Carta de Lavalleja a Rivera reproducida por el “Semanario Mercantil” de Montevideo al 27 de setiembre de 1828 bajo el título de “Notable”. Fuente: E. De Salterain y Herrera, “Lavalleja”, págs. 411, 412 y 413.

Importante comunicación de Lavalleja con Rivera donde se aprecian los alternativos sentimientos de odio y amistad; y que reconociéndolo así Lavalleja prefiere amigarse aunque fuera después de una sesión de puñetazos, por el bien de la unidad de la patria. Intimidades sorprendentes brotan de esta carta, que nos hace conocer mejor la personalidad de cada uno. En la P.D. el trato es de dos amigos mujeriegos y cómplices ya que Lavalleja le pide que le envíe una chinita linda (podría ser india) y a cambio él le envía a otra mujer que ya es conocida por Rivera. Acá se plantea el apogeo del machismo en el poder y el tratamiento de la mujer como simple objeto sexual. Desde el punto de vista de la mujer de la época hay numerosas referencias en que tenía bastante libertad, atrevimiento, osadía, en tomar la iniciativa en cuestiones de amor y sexo, no olvidemos que la mayoría de las personas del pueblo no estaban regidas por los mandamientos de la fe cristiana, el famoso sexto mandamiento que dice “no cometerás adulterio” no era invocado en el espíritu de esas personas. Hemos leído crónicas referidas a mujeres que se bañan en playas aún en presencia de las miradas masculinas y, principalmente, no olvidemos que tanto hombres como mujeres hacían sus necesidades fisiológicas en el lugar que fuera dado que no abundaban construcciones con baños públicos. También recordemos que en las fiestas de carnaval desde la mujer más noble a la más plebeya liberaban completamente sus instintos. Esto significa que potencialmente también eran capaces de liberarlos en cualquier momento del año. Por último debemos considerar que es muy común y lo era también en épocas pretéritas, que siendo los hombres quienes ostentaban el poder y la gloria desde el punto de vista de la mayoría de las mujeres podía resultar hasta honroso sentirse codiciada por dichos personajes.

(Resulta extraño el motivo de que Rivera es quien la da a publicidad enviando una copia al público, tal lo que surge en el último párrafo. Se trata de una carta muy personal donde Lavalleja le expresa confidencias que no deben ser conocidas por el público, según surge de la lectura. Quizás Rivera haya aprovechado la ocasión para darla a publicidad para hacer caer en desprestigio a Lavalleja, ya que lo que él escribe no es apropiado de un jefe militar y de un héroe nacional).

“Señor Don Fructuoso Rivera. Cerro Largo, julio 27 de 1828.

“Mi estimado compadre: Ayer he escrito a usted por mano secreta, y ahora lo hago de mi puño para decirle las cuatro verdades del barquero. Esto es hablando como amigo, y como usted mejor que nadie me conoce, y lo que usted no conoce de mi, es porque no quiere, o porque no le trae cuenta. En esta confianza voy a hablarle con la franqueza que siempre me ha caracterizado. Usted no podrá negar que ha sido mi amigo y que yo lo he sido suyo, en el extremo que los dos hemos sido una misma persona. Los acontecimientos políticos en la época desde que los portugueses tomaron posesión de la provincia, usted ha visto de un modo distinto las cosas: si su política ha sido la de gambetearles a los portugueses, yo nunca he estado por ésta y sino díganlo los acontecimientos del año 22 y 23. Seguí con mi empeño adelante hasta el 25 que la emprendí. Usted es un testigo ocular de los acontecimientos ocurridos hasta mediados del 26. Los motivos que le dieron mérito a separarse o ausentarse de la provincia para la de Buenos Aires, los ignoro; yo he seguido constantemente trabajando por la libertad de la provincia, y tendré que hacerlo sea del modo que fuese. Usted recordará que a su propartida del Durazno para el Uruguay le supliqué no lo hiciera; y sordo a la justicia y amistad, tomó el partido que mejor le agradó o le convino: resultó que fue a Buenos Aires y de allí a Santa Fe: yo no quise saber más de usted y continué en la lucha de concluir con los portugueses, y le confieso compadre que me había propuesto de nunca jamás tomar la pluma para usted. Yo le hablo con esta franqueza, porque soy incapaz de marchar contra mis sentimientos ínterin ni estoy convencido de lo contrario, y como usted mejor que nadie me conoce, se lo pongo de manifiesto. Usted sabe que soy un diablo, pero usted es con uñas, patas y astas; y desgraciadamente de nuestras incomodidades resultan males de mucha gravedad a nuestra patria: nada sería que a usted o a mi nos llevase tipa y media de diablos, sino causáramos males a nuestras compatriotas, nuestros hijos, nuestras familias, y últimamente que seamos detestados por todos los hombres sensatos.”

“Le confieso como amigo que el mayor deseo que he tenido en este mundo ha sido el tener una entrevista con usted pero los dos solos en un cuarto a puerta cerrada, y que nos diéramos más trompadas que mentiras ha echado usted en esta vida, y después que saliéramos de amigos, y que mientras no estuviésemos convencidos de esta justicia, nos hicieran morir emparedados allí. Yo me alegro que haya j… bien en lo que ha rodado bien por esas provincias para que vea lo que es el mundo; y si algún día se ofrece otra, tenga más moderación y pulso en sus cosas. Yo lo he pasado primero que usted y se muy bien lo que es, C…”

“Ya le he hablado a usted la verdad en un tono que usted dirá lo de siempre “estas son las rabietas de mi compadre”; pero son verdades, que si fuera a hablar todo lo que debía no bastaría una resma de papel, si usted quiere volver a nuestra amistad antigua, yo le prometo bajo el nombre sagrado de amigo, que lo seré suyo, y en todas las circunstancias; y sino seremos bien hablantes. Acuérdese, C… los piojos que hemos muertos juntos por salvar nuestra patria. Recuerde la amistad; traiga a la memoria la noche de Arerunguá, -que Lavalleja era su amigo en los brazos de quien usted derramó lágrimas-. Tengamos más mundo, hemos padecido lo bastante y vamos a unir nuestros corazones, y que no se rían de nuestras miserias; y que otros disfruten de las glorias que hemos adquirido con  nuestros esfuerzos en obsequio de la libertad de nuestra patria. Si usted conviene en esto, vamos a trabajar por conciliar todo, tanto entre amigos, como familias, y nosotros particularmente. En tanto le desea a usted toda felicidad su afectísimo compadre, Lavalleja. P.D. Mándeme una chinita linda, y le mandaré a su tuerta Juana la consabida”.

 “Es copia del original a que me remite.

 Rivera”.

Una respuesta a “CARTA DE LAVALLEJA A RIVERA

  1. Vuelto dela isla Das Cobras
    fué coronel Lavalleja
    de los portugos. Pareja
    de su compadre Rivera
    Partidarios de quien viera
    sus ambiciones añejas.
    De «Desde La Nación Charrúa»

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